El sentimiento de culpa tiene a menudo su origen en nuestra infancia y en lo que nuestros padres han proyectado sobre nosotros. Sea como sea, es responsabilidad nuestra favorecer un diálogo interno sanador y positivo.En nuestras vidas experimentamos sensaciones de todo tipo a través de las situaciones que vivimos. Unas, como bien sabemos producen bienestar y nos resultan agradables, y las que llamamos positivas. Por otro lado, las que nos incomodan y con las que lo podemos llegar a pasar realmente mal, las que llamamos negativas. La culpa se sitúa en estas últimas.
Nadie se libra de haber experimentado esta sensación que puede llegar a resultar tandestructiva. La culpa puede tener unas raíces muy profundas por haberse desencadenado, quizá, en nuestra tierna infancia y acompañarnos a lo largo de nuestro ciclo vital hasta la edad adulta.
Si lo pensamos bien, muchas de las frases que recibimos en los primeros años de vida pretendían sobre todo controlar nuestro comportamiento proyectando un sentimiento de culpa: “eso que acabas de hacer está muy mal, deberías avergonzarte de ello”. Son situaciones que sin duda, a todos nos pueden ser más o menos familiares.
El sentimiento de culpa su doncella la culpa son dimensiones muy comunes entre los seres humanos. Por ello, es necesario recordar que ante la vida podemos adoptar dos tipos de roles: el de quien arrastra a lo largo de su vida un sentimiento de culpa (y el consecuente victimismo) o bien liberarnos de esos yugos, reparar posibles errores y evitar estados crónicos de angustias y resentimientos tan poco saludables.
“Nunca te conviertas en una víctima. No aceptes la definición de tu vida por lo que te dicen los demás. Defínete a ti mismo”
-Harvey Fienstein-
1. Anatomía de la culpa: entiende qué es y cómo actúa
La culpa es ante todo una emoción. Fischer, Shaver y Carnochan, (1990) definen este estado como ese tipo de estados negativos donde se integra también la tristeza, el dolor, la amargura y la angustia. Son dinámicas internas poco cómodas y que a la largar pueden conducirnos incluso a estados de clara indefensión.
Asimismo, es interesante saber que esta dimensión cuenta con una amplia documentación clínica y científica. De hecho, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, se demostró que tras la depresión, la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) e incluso en los trastornos de la alimentación, habita en gran parte de las ocasiones un sentimiento de culpa.
Esta emoción que surge tras un comportamiento, una situación de la que nos creemos responsables o incluso a raíz de esas proyecciones que nuestros padres pudieron dirigir sobre nosotros en el pasado, impacta en uno mismo de diversos modos:
- Influencias físicas: la activación psicofisiológica del sentimiento de culpa se manifiesta con dolores en el pecho, estómago, presión en la cabeza y molestias en la espalda
- Influencias emocionales: irritabilidad, nerviosismo, y es frecuente que lo identifiquemos como algo parecido a la tristeza.
- Procesos mentales: autoreproches, autoacusaciones y pensamientos destructivos de la autoestima y valía de uno mismo.
2. Para afrontar la culpa, acepta su existencia pero no la intensifiques
Muchas acciones de las que emprendemos ayudan a aumentar el sentimiento de culpa. Sin apenas darnos cuenta y con frecuencia, podemos generarnos un malestar tan inútil como innecesario. Se supone que a nadie le gusta ser su propio verdugo, sin embargo en gran parte de los casos acabamos siéndolo. Estas acciones mentales son las que pueden alimentar en mayor medida nuestros sentimientos de culpa.
Veamos por tanto cómo son y cómo actúan los mecanismos que alimentan la culpa.
Cuidado con el pensamiento polarizado
Una de estas acciones es el pensamiento extremo polarizado. Dentro de esta visión, ante nosotros todo o es blanco o negro, pero en raras ocasiones podemos ver que existen matices y una amplia gama de posibilidades y circunstancias. Pensar que las cosas son buenas o malas, positivas o negativas, nos reduce drásticamente la visión y nos deja poco espacio para maniobrar. Es una forma de rigidez propia del perfeccionismo, con un sistema de normas estricto.
No rehuyas la emoción de la culpa, entiéndela
Otra es la forma de afrontamiento. El afrontamiento del sentimiento de culpa no radica en dejar de sentir esta emoción, en erradicarla o evitarla. Que aparezca es algo inevitable y aparecerá frecuentemente en nuestras vidas, y por supuesto que dolerá. El sentido está en dejarla sentir y a continuación considerar, reflexionar, por qué ha aparecido.
Tu diálogo interno no debe ser tu enemigo
La última de las acciones que nos ayudan a incrementar el sentimiento de culpa es el diálogo interno Deberíamos ser capaces de hablar con nosotros mismos sin reprocharnos nada. Cuando experimentemos la sombra de esta emoción lo ideal es preguntarnos: ¿Por qué me siento así?, ¿qué situación es la que me ha provocado la culpa?, ¿puedo asumir esta culpa sin hacerla más grande ni infravalorarme por ello?
3. Entender, mediar y sanar la culpa
La sensación de culpa es una emoción que actúa de aviso. Es un sistema de alarma del que no debemos huir. Lo ideal por tanto es reflexionar acerca de lo que la ha provocado, y entender por qué nos sentimos de ese modo. Es como un aprendizaje para comprender dónde tenemos que poner el foco de atención en nuestras vidas para lidiar con las vulnerabilidades.
Al hacer este análisis constructivo evitamos un sufrimiento y malestar que no tienen nada que ver con la culpa, sino más bien con nuestra desvalorización e incomprensión hacia nosotros mismos. De esta forma podremos dar solución y entender que existen alternativas para afrontar la situación en la que nos hemos sentido culpables.
La culpa puede venir mediada, por ejemplo, por no haber pedido perdón a alguien por nuestro comportamiento. Otras veces, por pensar que hemos actuado con poco acierto, con poco esfuerzo o de modo equivocado. Entender por tanto que a menudo hay un error que reparar nos permite desplegar un mecanismo de acción y reparación.
Forma parte de nuestra responsabilidad intentar comprendernos sin caer en la propia desvalorización, autocastigarnos o descalificarnos, pensando injustamente que somos malos o egoístas y no hay nada que hacer al respecto. Esto nos lleva a un bucle en el que perdemos el tiempo y nos autodestruimos sin solucionar nada, ni emprender las acciones que llevan a la solución externa y la de nuestro conflicto interno.
Aprendamos a gestionar la culpa de manera efectiva, constructiva y ante todo, sanadora
Compilación realizada por Lorena López escritora, traductora, couch angelical, biblioterapeuta, consultante en feng Shui y terapeuta en EFT (Técnicas de liberación emocional).
Envie de changer d’emploi ou de métier? – CHAMANE URBAINE
30 SepEt s’il était temps pour vous de quitter votre poste, voire même de changer de voie ? Voici les signaux qui doivent vous faire réfléchir.
« Ce n’est pas le bon moment », « Je ne trouverai jamais mieux », « C’est la crise », « Mon job n’est pas si mal que ça »… Les excuses pour ne pas quitter un travail qui ne nous plaît plus ne manquent pas ! Pour beaucoup, l’aspiration au changement restera un doux fantasme. « Si vous ressentez des frustrations, si vos besoins ne sont plus comblés, prenez le temps de la réflexion, estime Bérangère Toucheman, directrice d’un cabinet de conseil en management et coaching professionnel à Toulouse. Les signaux ne sont pas les mêmes pour tout le monde, selon ce qui compte le plus à vos yeux dans votre travail. Attention, le changement n’a pas besoin d’être radical pour que vous vous sentiezmieux dans votre job. Il peut s’agir de changer d’entreprise ou de secteur, de développer une deuxième activité… ».
1/ Vous êtes de moins en moins motivé(e)
« La baisse d’enthousiasme est un vrai signal, insiste la Slasheuse Hélène Picot , coach et fondatrice de la méthode « Rêvez, Osez, Foncez : 3 mois pour trouver sa voie ! ». Le travail peut et doit être un moment d’épanouissement. Lorsque vous êtes pleinement aligné avec ce que vous faites, vous êtes heureux d’aller travailler. » Au quotidien, cela peut se traduire par de l’ennui, un manque d’envie et d’énergie. Passer son temps à regarder sa montre, surfer sur Internet comme on errerait dans la rue, rallonger ses pauses, mettre une heure à boucler un dossier qui ne demandait que quinze minutes… Le bore-out peut vite être source de souffrances et devenir aussi mauvais pour la santé que le burn-out.
2/ Vous n’êtes pas satisfait(e) de vos relations de travail
Votre job peut vous passionner, mais si vous n’êtes pas ou plus en phase avec vos collègues et/ou vos supérieurs, il se peut que cela vous mine considérablement. « Pour reprendre la pyramide de Maslow, le besoin d’appartenance révèle la dimension sociale de l’individu, précise Bérangère Toucheman. On a tous besoin de se sentir accepté par les groupes dans lesquels on évolue, notamment au travail. On se définit aussi par rapport à ces relations. Ainsi, quand on ne se reconnait plus dans la culture véhiculée par son entreprise, par les valeurs de sa hiérarchie ou que l’on ne se sent plus reconnu par le groupe, il est temps d’aller voir ailleurs ! » Une entreprise plus familiale ? Un grand groupe ? Une start-up ? Il y a 1001 manières d’exercer le même poste, à vous de voguer vers une ambiance qui vous conviendra davantage.
3/ Les maux du corps
Boule au ventre, sommeil altéré, palpitations sur le trajet… « Lorsque le corps commence à envoyer des signaux d’alerte, aussi légers soient-ils, il est opportun de prendre du recul et de commencer à faire le point afin d’identifier s’il s’agit d’un malaise passager ou d’une crise plus profonde nécessitant un changement de job, voire de voie », explique Marina Bourgeois, consultante en reconversion professionnelle et bilan de compétences-bilan de carrière, fondatrice de « Oser rêver sa carrière ». « Si dès le dimanche soir ou lundi matin, vous ressentez un début de stress, ce n’est pas bon signe, confirme Hélène Picot. La limite intervient lorsque le corps «parle» et appelle au changement. A partir du moment où vous commencez à somatiser, quand vous en avez plein le dos, quand vous ne «digérez» plus ce que vous faites… jusqu’à l’apogée, le burn out, il est plus que temps de bifurquer vers un chemin plus en accord avec vos valeurs. »
4/ Vous vous dites que votre travail manque de sens
On peut avoir une situation professionnelle très confortable, enviée par beaucoup, mais qui au final, ne remplit pas notre besoin de nous accomplir. « C’est le sommet des aspirations humaines, analyse Bérangère Toucheman. Il vise à sortir d’une condition purement matérielle pour atteindre l’épanouissement. » C’est ainsi que Marie Treppoz, directrice marketing dans un groupe du Cac 40 a quitté son poste pour donner plus de sens à son travail. Afin de se sentir davantage utile, elle a fondé Welp un site d’entraide gratuit entre particuliers.
5/ Les gens bien dans leur job vous énervent
Pierre gravit les échelons dans son entreprise, Annabelle vante la bonne entente avec ses collègues, Stéphane et Inès sont ravis de leurs nouvelles missions… Et vous, leur bonheur vous pèse ! « L’aigreur, voire la jalousie, envers les proches heureux au travail sont des signaux fréquemment rencontrés chez les insatisfaits au boulot, constate Marina Bourgeois. Ils témoignent d’une frustration ou d’un mal-être par un effet miroir. »
Pour aller plus loin
L’initiative vient du Danemark. Woohooinc., une entreprise spécialiste du bonheur au travail, a rebaptisé le 31 mars The international qui your crappy job day. Littéralement, la journée internationale pour quitter ton job de merde ! Le site internet dédié à cette opération fourmille de témoignages inspirants, de tests et de conseils pratiques.
6/ Vous attendez les jours off avec une attente démesurée
Combien de jours vous reste-t-il à « tenir » avant vos prochains congés ? Si vous vous posez régulièrement cette question, ce n’est peut-être pas anodin… « Une cliente que j’accompagne me disait en ces termes : «J’attends les week-ends et les vacances pour avoir vraiment l’impression de vivre», se souvient Marina Bourgeois. S’il est évident que presque tout le monde attend les jours de repos avec impatience, les attendre de façon démesurée en ayant l’impression de mettre sa vie entre parenthèse les jours de travail, témoigne d’un véritable problème nécessitant d’entamer une réflexion. »
7/Une petite voix vous dit…
« Si au fond de vous, vous avez cette petite voix intérieure qui vous envoie des pensées, des désirs de changement, ne la mettez surtout pas de côté, prévient Hélène Picot. Ce n’est rien d’autre que votre intuition et elle ne se trompe jamais ! Ecoutez-la et autorisez-vous à faire un premier pas vers le changement. Même si vous êtes bon dans votre travail actuel et qu’il vous paraît «confortable», gardez en tête que vous excellerez dans ce que vous aimez faire. Ne vous résignez jamais. Il est possible de changer de boulot et même de voie à tout âge. Autorisez-vous à devenir pleinement vous-même, vous avez le droit de vous éclater dans votre travail ! »
Vous vous posez des questions sur votre avenir professionnel ? Vous avez besoin de changement et de (re)donner du sens à votre travail, sans trop savoir comment ? Notre programme «Construire la prochaine étape» vous aidera à dépasser vos peurs, à ouvrir de nouveaux horizons et à identifier des pistes concrètes pour la suite. Un programme, conçu par et avec des coachs spécialisés, à suivre à votre rythme.
Compilation réalisée par Lorena López auteure, traductrice, Conseillère angélique, bibliotherapeute, Consultante Feng shui et Thérapeute en EFT (techniques de libération émotionnelle).
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