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EVITAR LA INMOVILIDAD

3 Ene

Por: Dyer W. Wayner

 

Cuando consideres tu potencial para escoger la felicidad, ten presente la palabra inmovilización como el indicador de las emociones negativas de tu vida. Puede que creas que a veces vale la pena sentir rabia, hostilidad, timidez u otros sentimientos por el estilo, y por esa razón, quieres aferrarte a ellos. La medida en que estos sentimientos te inmovilicen debe de ser lo que te sirva de guía.

La inmovilización puede oscilar entre la inacción total y las pequeñas indecisiones o vacilaciones. ¿Acaso tus enfados evitan que hagas o digas cosas que quieres hacer o decir? Si es así, es porque te inmovilizan. ¿Tu timidez te impide conocer gente que quieres conocer? Si es así, quiere decir que tu timidez te inmoviliza e imposibilita que tengas experiencias que son tuyas por derecho. ¿Acaso tus celos y tu odio contribuyen a provocarte una úlcera de estómago o a aumentarte la presión arterial?

¿Evitan que hagas tu trabajo eficaz en tu empleo? ¿No puedes dormir o hacer el amor por alguna sensación negativa del momento presente? Todos éstos son signos de inmovilización. }Inmovilización:} Un estado, que, en grado mayor o menor, imposibilita que funciones al nivel que quisieras funcionar. Si ciertos sentimientos te conducen a ese estado, no vale la pena que sigas buscando más razones para deshacerte de ellos.

 

He aquí una pequeña lista de algunas ocasiones en las que puede que te encuentres inmovilizado. Oscilan entre menores y mayores estados de inmovilidad.

 

Estás inmovilizado cuando…

No puedes dirigirte cariñosamente a tu cónyuge o a tus niños aunque lo quieras hacer.

No puedes trabajar en un proyecto que te interesa.

Te pasas el día sentado en la casa pensando en tus problemas.

No haces el amor y te gustaría hacerlo.

No juegas al tenis o al golf o no tomas parte en otras actividades agradables por una sensación desagradable que arrastras contigo.

No te atreves a presentarte a una persona que te atrae.

Evitas hablar con alguien aunque te das cuenta de que un sencillo gesto amistoso mejoraría vuestra relación.

No puedes dormir porque algo te preocupa. No puedes pensar con claridad porque estás enfadado.

Le dices algo pesado e injusto a alguien que quieres.

Te tiemblan las facciones o estás tan nervioso que no funcionas como quisieras.

 

La inmovilización abarca un amplio territorio. Casi todas las emociones negativas provocan un estado de autoinmovilidad, y esto ya es un motivo más que suficiente para eliminarlas de tu vida. Quizá pienses en una circunstancia en que las emociones negativas dan un beneficio como puede ser dirigirte a un niño con voz enfadada para hacer hincapié en el hecho de que no quieres que juegue en la calle. Si el tono de enfado es una simple estrategia para conseguir el resultado deseado y ésta funciona, entonces muy bien, quiere decir que has. adoptado una estrategia sana y positiva. Sin embargo si gritas a los demás no porque quieras lograr algo o hacer hincapié en algo, sino porque estás perturbado internamente, entonces, quiere decir que te has inmovilizado a ti mismo; quiere decir que ha llegado el momento de empezar a escoger nuevas actitudes que te ayuden a lograr tu objetivo de que el niño no juegue en la calle sin por ello experimentar sensaciones que te sean dolorosas y perjudiciales. En el Capítulo I 1 trato nuevamente el tema de la ira y de la manera en que se puede postergar y apaciguar.

 

LA IMPORTANCIA DE VIVIR EN EL MOMENTO PRESENTE

 

Una de las maneras de combatir la inmovilización por pequeña que sea es aprendiendo a vivir en el momento presente. Vivir el momento presente, ponerte en contacto con tu «ahora» constituye el meollo de una vida positiva. Si lo piensas, te darás cuenta de que en realidad no existe otro momento que puedas vivir. El ahora es todo lo que hay, y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vivido cuando llegue. Una cosa es segura; que no puedes vivirlo hasta que aparezca realmente. El problema reside en el hecho de que vivimos en una cultura que quita importancia al presente, al ahora. ¡Ahorre para el futuro! ¡Piense en las consecuencias! ¡No sea hedonista! ¡Piense en el mañana! ¡Prepárese para su jubilación!

 

Evitar el momento presente es casi una enfermedad en nuestra cultura, y continuamente se nos condiciona a sacrificar el presente por el futuro.

 

Si llevamos esta actitud a sus conclusiones lógicas, nos daremos cuenta de que se trata no sólo de evitar el goce ahora sino de evadirse para siempre de la felicidad. Cuando llega el futuro éste se convierte en presente y debemos usarlo para preparar el futuro. La felicidad es algo que sucede en el mañana o sea algo elusivo, falaz.

 

La enfermedad de evitar el momento presente adquiere muchas formas.

 

He aquí cuatro ejemplos típicos de comportamiento evasivo.

La señora Sally Forth decide irse al bosque a respirar aire puro, gozar de la naturaleza y ponerse en contacto con sus momentos presentes.

Mientras pasea por el bosque deja divagar su mente y la enfoca en todas  las cosas que debería estar haciendo en su casa… Los niños, la compra, la casa, las cuentas que hay que pagar, ¿estará todo bien? Luego, en otros momentos, su mente se proyecta hacia todas las cosas que tendrá que hacer cuando salga del bosque. Se perdió el presente, ocupado por sucesos pasados y futuros, y la encantadora y rara ocasión de disfrutar de un momento presente en contacto con la naturaleza se ha perdido para siempre.

 

La señora Sandy Shore se va a las islas para disfrutar de unas vacaciones, y se pasa todo el tiempo bronceándose al sol no por el placer de sentir los rayos de sol sobre su cuerpo, sino que anticipándose a lo que dirán sus amigos cuando vuelva a casa con un precioso bronceado. Su mente está concentrada en el futuro, y cuando ese momento futuro llegue, ella sentirá no poder estar de vuelta en la playa tomando el sol. Si tú crees que la sociedad no fomenta este tipo de actitudes, piensa en el anuncio comercial de un producto bronceador: «Os odiarán más cuando volváis a casa si usáis este producto».

El señor Neil N. Prayer tiene un problema de impotencia. Cuando está experimentando el momento presente con su esposa, su mente empieza a divagar y a pensar en sucesos pasados o futuros y el presente se le desvanece. Cuando finalmente logra concentrarse en el momento presente se imagina que está haciendo el amor con otra persona mientras ella igualmente piensa en su amante.

El señor Ben Fishen está leyendo un libro y haciendo lo imposible por concentrarse en lo que está leyendo. De pronto se da cuenta de que su mente ha partido en una excursión mental. Su mente no ha absorbido ni una sola idea. Estaba evitando el material escrito en esas páginas aunque sus ojos enfocaban cuidadosamente cada palabra. Literalmente estaba participando en el ritual de la lectura mientras ocupaba su momento presente en pensamientos que se referían a la película que había visto la noche anterior o al examen del día siguiente.

 

Puedes disfrutar maravillosamente del momento presente, ese tiempo huidizo que siempre está contigo, si te entregas completamente a él, si te «pierdes» en él. Absorbe todo lo que te brinda el momento presente y desconéctate del pasado que ya no existe y del futuro que llegará a su tiempo. Aférrate al momento presente como si fuera el único que tienes. Y piensa que recordar, desear, esperar, lamentar y arrepentirse son las tácticas más usuales y más peligrosas para evadir el presente.

 

A menudo la evasión del presente conduce a una idealización del futuro. En el futuro, en algún momento maravilloso del futuro, cambiará la vida, todo se ordenará y encontrarás la felicidad. Cuando llegue ese momento tan importante y suceda lo que esperas -tu graduación del colegio o Universidad, el matrimonio, un niño, un ascenso- entonces empezará la vida en serio. Y lo más probable es que cuando llegue ese momento y ocurra el suceso esperado tendrás una gran desilusión. Nunca podrá ser lo que esperabas. Trata de recordar tu primera experiencia sexual. Después de una espera tan larga, los orgasmos no tenían carácter de jubileo ni la violencia de un ataque epiléptico sino más bien un preguntarse entre divertido y extrañado por qué la gente hacía tanta alharaca respecto al sexo y quizá también una sensación de «¿Es esto realmente todo?».

 

Claro que cuando algo que te sucede no está a la altura de tus expectativas, puedes librarte de la depresión que ello te produce empezando a idealizar de nuevo. No dejes que este círculo vicioso se convierta en un estilo de vida para ti. Interrúmpelo ya, ahora mismo estratégicamente con algo que te llene, y te haga sentirte realizado en el momento-presente.

 

Hace años, en 1903, Henry James dio estos consejos en su novela “Los embajadores:”

 

Vive todo lo que puedas; no hacerlo es una equivocación.

No importa mucho lo que hagas siempre que tengas tu vida.

Si no has tenido eso, ¿qué has tenido?…

…El momento apropiado es cualquier momento que uno aún tiene la suerte de tener… ¡Vive!

 

Si miras hacía atrás lo que ha sido tu vida, como lo hizo Ivan Ilich en la novela de Tolstoi, descubrirás que es muy raro que te lamentes o arrepientas por algo que has hecho. Es lo que no has hecho lo que te atormentará. O sea, que el mensaje está muy claro. ¡Hazlo! !Haz cosas!

 

Valora el momento presente. Aférrate a cada momento de tu vida y saboréalo.

 

Dale importancia, valoriza tus momentos presentes. Piensa que si los desperdicias con actitudes autofrustrantes, los habrás perdido para siempre.

 

Extracto del libro  «Tus zonas erróneas»